Última actualización:
6/2/2025
Años publicados: 2025
NORD agradece a Etienne Leveille, MD, Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y a John Varga, MD, Profesor Distinguido John y Nancy Hughes en la División de Reumatología y Director del Programa de Esclerodermia, Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, por su ayuda en la preparación de este informe en inglés. El informe en inglés fue modificado y traducido al español por Gioconda Alyea, médica genetista brasileira, NORD, el 2 de junio del 2025.
La esclerodermia sistémica es una enfermedad caracterizada por el crecimiento rápido de tejido fibroso (conectivo) que conduce a cicatrización de la piel y los órganos internos. La esclerodermia sistémica puede afectar a casi cualquier órgano del cuerpo, y existe una gran variabilidad de síntomas entre las personas afectadas.
Una de las manifestaciones más comunes y tempranas de la enfermedad es el fenómeno de Raynaud, que implica espasmos de los vasos sanguíneos (vasoespasmos) inducidos por el frío o el estrés. Esto puede llevar a una decoloración temporal de los dedos, entumecimiento y dolor, y también se asocia con el desarrollo de úlceras en los dedos. Cabe señalar que el fenómeno de Raynaud también ocurre comúnmente en personas sanas.
Otras señales y síntomas de la esclerodermia sistémica incluyen dolor muscular y articular, endurecimiento de la piel y vasos sanguíneos dilatados que pueden verse a través de la piel (telangiectasias). La afectación de los órganos internos también puede resultar en enfermedades gastrointestinales, pulmonares, cardíacas y renales.
Aproximadamente una de cada 10,000 personas es afectada. Es más común en mujeres y generalmente se desarrolla entre los 30 y 50 años de edad.
Aunque la esclerodermia sistémica no tiene cura, muchos de los síntomas pueden tratarse. Un diagnóstico oportuno es importante para garantizar un manejo adecuado de la enfermedad y sus complicaciones asociadas.
La esclerodermia sistémica puede afectar múltiples órganos y, por tanto, llevar a numerosos síntomas y complicaciones. Los síntomas presentes, su gravedad, la velocidad de progresión de la enfermedad, la respuesta al tratamiento y la supervivencia general varían ampliamente dependiendo de la persona afectada. En la mayoría de los casos, las personas comienzan a desarrollar síntomas entre los 30 y 50 años. Los síntomas relacionados con los diferentes órganos afectados se describen a continuación.
Piel
En la mayoría de las personas, el fenómeno de Raynaud (RP) es la primera manifestación de la enfermedad. RP se caracteriza por espasmos de los vasos sanguíneos (vasoespasmos) cuando hay frío. Esto ocurre con mayor frecuencia en los dedos, que pierden el color y se vuelven blancos. Posteriormente, al estar ocluidos los vasos y no poder suministrar oxígeno, los dedos se vuelven azules. Esto también puede causar dolor severo y úlceras. Después de varios minutos (generalmente de 15 a 20), los vasoespasmos cesan y los dedos se enrojecen al reanudarse el flujo sanguíneo. Otros síntomas cutáneos incluyen:
Nervios, músculos y articulaciones
Muchas personas con esclerodermia sistémica desarrollan problemas en los músculos, las articulaciones o los nervios. Los síntomas pueden incluir:
En algunos casos, puede verse afectado el sistema nervioso autónomo, que es la parte del sistema nervioso que no está bajo control voluntario y puede llevar a síntomas como mareo al ponerse de pie (ortostasis), respuesta inadecuada de la frecuencia cardíaca al esfuerzo y sudoración inadecuada.
Pulmones
Las dos principales manifestaciones pulmonares de la esclerodermia sistémica son la hipertensión arterial pulmonar (HAP) y la enfermedad pulmonar intersticial (EPI). La HAP y la EPI son condiciones progresivas y pueden llegar a ser potencialmente mortales. En conjunto, representan aproximadamente la mitad de todas las muertes relacionadas con la esclerodermia sistémica
Tracto gastrointestinal
Casi el 90% de las personas con esclerosis sistémica (SSc) presentan algún grado de afectación gastrointestinal (GI), y aproximadamente la mitad tiene síntomas moderados a severos.
Los síntomas pueden incluir:
Corazón
La esclerodermia sistémica puede afectar muchas partes del corazón, incluido el músculo cardíaco (miocardio), el saco que lo contiene (pericardio), las arterias que lo nutren (arterias y arteriolas coronarias) y su sistema de conducción eléctrica. El sistema cardiovascular está afectado en aproximadamente el 10% al 30% de los casos. Las manifestaciones de afectación cardíaca varían según la parte afectada del corazón e incluyen:
Riñones
Los efectos más comunes en los riñones de las personas con la esclerosis sistémica incluyen:
Otros
La afectación del hígado y el páncreas es rara en la SSc. Sin embargo, puede ocurrir enfermedad hepática debido a colangitis biliar primaria (CBP; anteriormente conocida como cirrosis biliar primaria) en personas con SSc, particularmente en la forma cutánea limitada.
Además de los síntomas descritos anteriormente, las personas que viven con esclerodermia sistémica comúnmente tienen fatiga, ansiedad, disfunción sexual y preocupación por la imagen corporal. Aunque la enfermedad es potencialmente mortal y está asociada con un aumento del riesgo de mortalidad, muchas personas afectadas pueden llevar vidas largas y productivas.
Subtipos clínicos
La esclerodermia sistémica se divide típicamente en cuatro subtipos con diferentes agrupaciones de síntomas.
Distinguir el subtipo clínico de esclerodermia sistémica en una persona afectada es importante, ya que puede ayudar a predecir la progresión de la enfermedad y sus complicaciones asociadas. Sin embargo, no todas las personas afectadas se encajan dentro de un subtipo específico y es común que haya superposición entre diferentes subtipos.
La causa exacta de la esclerosis sistémica (también conocida como esclerodermia sistémica) no se comprende completamente. Sin embargo, la investigación sugiere que una combinación de factores genéticos y ambientales probablemente contribuye a su desarrollo en personas más susceptibles.
Se piensa que es una enfermedad autoinmune, lo que significa que involucra un sistema inmunológico desregulado que ataca el propio cuerpo del individuo afectado. El primer evento que podría ocurrir es una lesión en los pequeños vasos sanguíneos (lesión microvascular). En personas sanas, la respuesta a una lesión conduce al reclutamiento de mediadores inflamatorios que facilitan la reparación. En personas con esclerodermia sistémica, la lesión microvascular resulta en un reclutamiento desproporcionado de mediadores inflamatorios y una deposición excesiva de tejido fibroso. Este tejido fibroso puede reemplazar el tejido sano y provocar síntomas de esclerodermia sistémica como engrosamiento de la piel, cicatrización de órganos internos y complicaciones asociadas.
Tiende a presentarse con más frecuencia en algunas familias y a menudo se agrupa con otras enfermedades autoinmunes. Estudios científicos han identificado regiones genéticas específicas, particularmente dentro del complejo principal de histocompatibilidad (MHC), que están involucradas en la enfermedad. Esto incluye ciertos tipos de antígenos leucocitarios humanos (HLA), como HLA-DRB11104, DQA10501 y DQB1*0301. Otros genes que no pertenecen al grupo HLA, como PTPN22, NLRP1, STAT4 e IRF5, también se han relacionado con el riesgo de desarrollar esclerosis sistémica.
Se cree que ciertas exposiciones ambientales desencadenan la enfermedad en individuos genéticamente predispuestos. Estas incluyen infecciones como citomegalovirus (CMV), virus de Epstein-Barr y parvovirus B19. El contacto con sustancias como polvo de sílice, disolventes orgánicos (incluidos tolueno y xileno), tricloroetileno y cloruro de polivinilo también se ha asociado con un mayor riesgo. Es importante destacar que el tabaquismo no ha demostrado ser un factor de riesgo comprobado.
La esclerosis sistémica es una enfermedad autoinmune rara que afecta entre 38 y 341 personas por millón en todo el mundo (prevalencia) y se desarrolla en 8 a 56 personas por millón cada año (incidencia). Las tasas varían según la geografía y la población. La enfermedad es más común en Estados Unidos y Australia, y menos común en Europa y Asia, incluido Japón. La prevalencia más alta conocida se ha reportado entre nativos americanos Choctaw en Oklahoma.
La enfermedad comienza a manifestarse con mayor frecuencia en la quinta década de vida (edad de inicio). Aunque ocurre más comúnmente en mujeres, los hombres tienden a tener una enfermedad más grave. Las personas afroamericanas tienden a tener una edad de inicio más temprana, tasas más altas del subtipo cutáneo difuso y, en general, una enfermedad más severa.
La esclerodermia sistémica es un trastorno complejo que puede ser difícil de diagnosticar. En la mayoría de los casos, el diagnóstico comienza con una historia clínica completa y un examen físico. Si se sospecha de esclerodermia sistémica, se pueden ordenar análisis de laboratorio.
En particular, ciertos anticuerpos que reaccionan contra componentes del propio cuerpo (autoanticuerpos) pueden identificarse en la esclerodermia sistémica:
Las pruebas de función pulmonar (PFTs) son pruebas respiratorias que se usan para evaluar la capacidad de los pulmones para mover aire y difundirlo a la sangre. A menudo se complementan con una tomografía computarizada (TC) del tórax para evaluar visualmente la estructura de los pulmones.
El corazón y las arterias pulmonares pueden visualizarse mediante ecocardiografía cardíaca, que utiliza ondas de ultrasonido para reconstruir y visualizar estructuras anatómicas.
La función renal puede evaluarse notablemente mediante la medición de los niveles de creatinina en la sangre y el análisis de orina.
Se pueden indicar pruebas adicionales según los síntomas de la persona afectada.
Aunque actualmente no existe cura para la esclerodermia sistémica (también conocida como esclerosis sistémica), el tratamiento se centra en el manejo de los síntomas, la ralentización de la progresión de la enfermedad y la vigilancia de las complicaciones. La mayoría de las personas requieren ser seguidas por muchos especialistas que deben trabajar en conjunto de forma coordinada. Dado que la esclerodermia sistémica es una enfermedad autoinmune, a menudo se recetan medicamentos que suprimen el sistema inmunológico, conocidos como inmunosupresores. Estos pueden ser particularmente importantes para pacientes con engrosamiento cutáneo extenso, inflamación pulmonar, miocarditis (inflamación del músculo cardíaco) o inflamación severa muscular y articular.
Los inmunosupresores comunes incluyen metotrexato, micofenolato mofetilo (MMF), azatioprina y ciclofosfamida. En algunos casos, se puede considerar el trasplante de células madre. Los glucocorticoides como la prednisona a veces se usan, aunque su uso a largo plazo es limitado debido a posibles efectos secundarios y al mayor riesgo de complicaciones renales.
Piel, músculos, articulaciones y nervios
Para las personas con engrosamiento cutáneo extenso o afectación inflamatoria de músculos y articulaciones, los inmunosupresores pueden ser útiles. El fenómeno de Raynaud, un síntoma común en la esclerodermia, se trata generalmente con bloqueadores de los canales de calcio como amlodipino (Norvasc) o nifedipina (Procardia XL).
La calcinosis cutis, una condición que implica depósitos de calcio debajo de la piel, puede tratarse con bifosfonatos o con extirpación quirúrgica en casos de depósitos grandes.
Los cambios en la pigmentación de la piel y los pequeños vasos sanguíneos visibles (telangiectasias) pueden mejorarse con terapia láser y disimularse con cosméticos. Los reumatólogos suelen encargarse de estos síntomas, junto con dermatólogos para las preocupaciones relacionadas con la piel.
La fototerapia UV-A1 está surgiendo como una opción prometedora de tratamiento no invasivo para mejorar la fibrosis cutánea y modular la actividad inmunitaria. Aunque aún se encuentra en investigación, los resultados iniciales sugieren que puede mejorar la elasticidad de la piel y reducir la inflamación, ofreciendo un posible beneficio complementario a las terapias estándar.
Se puede recurrir a neurólogos cuando surgen síntomas relacionados con los nervios. Por ejemplo, medicamentos como pregabalina (Lyrica) o gabapentina (Neurontin) pueden ayudar a controlar el dolor neuropático causado por daño nervioso.
Pulmones
El diagnóstico y tratamiento temprano de las complicaciones pulmonares, especialmente la enfermedad pulmonar intersticial (EPI) y la hipertensión arterial pulmonar (HAP), son cruciales.
Tracto gastrointestinal
La mayoría de los pacientes con esclerodermia sistémica son tratados con medicamentos, como Protonix (pantoprazol), que reducen la producción de ácido en el estómago. Algunas personas también reciben medicamentos que aumentan la motilidad gastrointestinal, como Reglan (metoclopramida) o Motilium (domperidona). Los antibióticos pueden utilizarse en personas con sobrecrecimiento bacteriano gastrointestinal y síntomas asociados. Los gastroenterólogos suelen participar, especialmente si hay manifestaciones gastrointestinales que requieren tratamientos más específicos.
Corazón
El tratamiento de la enfermedad cardíaca asociada a la esclerodermia sistémica dependerá de la manifestación cardíaca específica presente. La insuficiencia cardíaca puede requerir un tipo específico de medicamento conocido como inhibidor de la ECA (por ejemplo, perindopril), utilizado para la hipertensión, y medicamentos diuréticos como Lasix (furosemida) para disminuir la sobrecarga de líquidos. Como se describió anteriormente, se pueden utilizar inmunosupresores en personas con miocarditis. Los cardiólogos son los médicos que seguirán a los pacientes con esclerodermia sistémica para manejar posibles complicaciones cardíacas.
Las recomendaciones incluyen tamizaje anual con ecocardiograma, electrocardiograma (ECG), pruebas de función pulmonar, NT-proBNP (si han pasado más de 3 años desde el diagnóstico o si hay DLCO baja), y controles frecuentes de la presión arterial (diarios o dos veces por semana) en personas de alto riesgo.
Riñones
Además del manejo de apoyo, los inhibidores de la ECA son el pilar del tratamiento de la crisis renal por esclerodermia (SRC). El uso crónico de dosis altas de glucocorticoides se asocia con un mayor riesgo de SRC, lo que constituye otra razón por la cual su uso se limita tanto como sea posible en la esclerodermia sistémica. En casos graves de SRC, puede requerirse diálisis e incluso trasplante renal si la función renal no mejora después de la crisis. Los nefrólogos son los médicos especializados en el diagnóstico y manejo de enfermedades renales.
Otros
Dependiendo del individuo afectado y sus necesidades, se involucrarán otros profesionales como enfermeros, trabajadores sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y psicólogos.
Se están estudiando nuevas terapias que apuntan a las causas fundamentales de la enfermedad en lugar de solo los síntomas. Los inhibidores de la quinasa Janus (JAK) son un ejemplo. Estos medicamentos actúan sobre las vías inmunológicas que impulsan la inflamación y la fibrosis en la esclerodermia. Las investigaciones iniciales sugieren que pueden ayudar a reducir el daño cutáneo y orgánico, aunque se necesitan más estudios para confirmar su seguridad y eficacia a largo plazo.
El sitio en la red de Clinical Trials, desarrollado por los Institutos Nacionales de la Salud, proporciona información sobre las investigaciones clínicas. Usted puede ver las investigaciones sobre esta enfermedad en el siguiente enlace: Clinicaltrials.gov. Use el término “systemic scleroderma” o “systemic sclerosis” para ver los estudios disponibles. Recomendamos que comparta esta información con los médicos para que analicen los estudios y determinen la indicación de la participación en algún estudio. (en inglés)
Para obtener información sobre los ensayos clínicos en Europa, póngase en contacto con: Clinicaltrialsregister.eu.
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Usted puede aprender más sobre esta enfermedad en los siguientes sitios en la red:
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