Última actualización:
June 14, 2021
Años publicados: 1997, 1998, 1999, 2010, 2021
NORD agradece a Braeden Ego, MS, pasante editorial de NORD del Programa de Maestría en Genética Humana y Asesoramiento Genético de la Universidad de Stanford y a MaryAnn Campion, EdD, MS, CGC, Profesora Clínica Asociada, directora del Programa de Maestría en Genética Humana y Asesoramiento Genético de la Universidad de Stanford, por su ayuda en la preparación de este informe en inglés. El informe en inglés fue traducido al español y modificado por Gioconda Alyea, médica genetista brasileira, el 11 de julio del 2024.
El síndrome de megalocórnea-discapacidad intelectual es un trastorno extremadamente raro que se caracteriza por anomalías distintivas de la córnea del ojo (megalocórnea) y diversos grados de deterioro cognitivo (discapacidad intelectual).
La mayoría de las personas afectadas también tienen disminución del tono muscular (hipotonía) y pueden tener muchos síntomas adicionales que pueden variar en gravedad.
Las personas afectadas suelen ser diagnosticados durante la primera infancia, la etapa de vida desde el nacimiento hasta los 5 años.
Hasta la fecha, se han reportado aproximadamente 40 personas con síndrome de megalocórnea-discapacidad intelectual en la literatura médica.
Si bien que se desconoce la causa exacta de esta afección, se sospecha que tiene una base genética. La herencia parece ser autosómica recesiva.
El tratamiento es de apoyo y se dirige a los síntomas que la persona afectada tiene.
Las personas afectadas con el síndrome de megalocórnea-discapacidad intelectual pueden tener las siguientes señales y síntomas:
Otras señales y síntomas que pueden ocurrir incluyen:
La causa del síndrome de megalocórnea-discapacidad intelectual no se sabe todavía, pero se piensa que es genética, o sea, que pueda ser debida a un cambio (mutacion o variante patogénica) en un gen que todavía no se ha identificado.
Herencia
Los casos reportados en la literatura son consistentes con un patrón de herencia autosómico recesivo o cambios genéticos (variantes) nuevos (de novo) que no fueron heredados de los padres.
Los trastornos genéticos recesivos ocurren cuando una persona hereda un gen mutado de cada padre. Si una persona recibe un gen funcional y un gen mutado para la enfermedad, la persona será portadora de la enfermedad, pero generalmente no mostrará síntomas. El riesgo de que dos padres portadores transmitan el gen mutado y, por lo tanto, tengan un hijo afectado es del 25% con cada embarazo. El riesgo de tener un hijo portador, al igual que los padres, es del 50% con cada embarazo. La probabilidad de que un niño reciba genes funcionales de ambos padres es del 25%. El riesgo es el mismo para hombres y mujeres.
Hasta la fecha, en la literatura médica se han informado aproximadamente 40 personas con esta afección. La mayoría son esporádicas, lo que significa que las personas afectadas suelen ser los únicos afectados por esta afección en sus familias. Afecta tanto a hombres como a mujeres y no se ha visto diferencias en razas o etnias.
El síndrome de megalocórnea-discapacidad intelectual se diagnostica durante la primera infancia o la primera infancia basándose en una evaluación clínica, la identificación de las señales y síntomas característicos y/o una variedad de pruebas especializadas. Muchos investigadores coinciden en que la presencia de megalocórnea y discapacidad intelectual deben considerarse los criterios mínimos sobre los que basar un diagnóstico.
Las señales y los síntomas como megalocórnea, hipotonía y anomalías craneofaciales pueden ser evidentes al nacer (congénitos). Sin embargo, ciertas anomalías asociadas con el síndrome, como discapacidad intelectual, retraso psicomotor y/o baja estatura, pueden no confirmarse hasta más tarde durante la infancia o la niñez.
Se pueden realizar pruebas especializadas para confirmar la presencia de ciertas anomalías que pueden estar asociadas con el síndrome. Por ejemplo, se puede realizar un examen detallado con o sin anestesia general con un instrumento que visualiza el interior del ojo (oftalmoscopia) para detectar, confirmar y/o caracterizar megalocórnea, hipoplasia del iris y/u otras anomalías oculares potencialmente asociadas con el trastorno.
Además, en algunos bebés y niños afectados, la electroencefalografía (EEG), que registra los impulsos eléctricos del cerebro, puede revelar actividad epiléptica.
Se pueden utilizar estudios avanzados de rayos X para confirmar malformaciones craneofaciales (como la microcefalia o macrocefalia, protuberancia frontal, micrognatia) y/o anomalías esqueléticas (como camptodactilia, escoliosis, cifosis) que se han descrito en este síndrome.
Las imágenes del cerebro con tomografía computarizada (CT) o resonancia magnética (MRI) pueden revelar malformaciones estructurales del cerebro (como atrofia cerebral, cuerpo calloso poco desarrollado, mielinización retardada, dilatación ventricular leve). En algunas personas afectadas, el ecocardiograma del corazón con ecocardiografía puede revelar defectos cardíacos. El ecocardiograma ofrece una imagen en movimiento del corazón. Mediante ultrasonidos, la ecocardiografía aporta información acerca de la forma, tamaño, función, fuerza del corazón, movimiento y grosor de sus paredes y el funcionamiento de sus válvulas.
El tratamiento se dirige a los síntomas específicos que son evidentes en cada individuo. El tratamiento puede requerir los esfuerzos coordinados de un equipo de especialistas. Los pediatras, cirujanos, fisioterapeutas y especialistas que evalúan y tratan problemas oculares (oftalmólogos), trastornos neurológicos (neurólogos), trastornos esqueléticos (ortopedistas) y problemas cardíacos (cardiólogos) pueden necesitar planificar de manera sistemática e integral el tratamiento de un niño afectado.
En bebés o niños afectados con megalocórnea, anomalías del iris y/o errores refractivos, se pueden utilizar anteojos correctivos, lentes de contacto, cirugía y/u otras técnicas de apoyo para ayudar a mejorar la visión.
Los diversos tratamientos dependen de los síntomas específicos que la persona afectada tenga.
La intervención temprana es importante para garantizar que los niños con este síndrome alcancen su máximo potencial. Los servicios especiales que pueden ser beneficiosos para los niños afectados pueden incluir educación especial, apoyo social especial y otros servicios médicos, sociales y/o vocacionales. Se recomienda el asesoramiento genético a las personas afectadas y sus familias.
El sitio en la red de Clinical Trials, desarrollado por los Institutos Nacionales de la Salud, proporciona información sobre las investigaciones clínicas. Usted puede ver las investigaciones sobre esta condición en el siguiente enlace: Clinicaltrials.gov. Use el término “Megalocornea Intellectual Disability Syndrome” o “megalocornea” o “MMR syndrome” o “Neuhäuser syndrome” para ver los estudios disponibles. Recomendamos que comparta esta información con los médicos para que analicen los estudios y determinen la indicación de la participación en algún estudio. (en inglés)
Para obtener información sobre los ensayos clínicos en Europa, póngase en contacto con: Clinicaltrialsregister.eu
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Usted puede aprender más sobre esta enfermedad en los siguientes sitios en la red:
Las siguientes fuentes de información en inglés también pueden ser de utilidad:
Vea también nuestra página en inglés de NORD: Megalocornea Intellectual Disability Syndrome.
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